Proyecto "La murga de la sala"
¡Todo se viste de fiesta y carnaval!
Construcción de refugios en la sala
Hicimos masa de sal color roja
Prueba de vestuario (los sombreros no resultaron cómodos para bailar)
El estandarte
¡El gran cierre junto a los papas!
¡¡¡Gracias por acompañarnos!!!
Sociedad
/ La crianza de los hijos
"La permisividad es catastrófica"
La psicóloga Maritchu Seitún propone poner límites a los chicos en el
hogar y no esperar que lo haga la escuela
El estado de permisivismo con el cual los padres
hoy educan a sus hijos, es, a los ojos de la reconocida psicóloga Maritchu
Seitún, un hecho catastrófico que acarrea consecuencias nefastas para el
futuro. Y lo peor: los adultos no terminan de tomar conciencia.
Esta profesional que tiene su agenda atiborrada de
consultas de padres (con quienes trabaja en orientación desde hace más de 30
años, como una manera de promover la salud emocional y evitar terapias de
menores) explica que los mayores han entendido mal lo que significa no ser
autoritarios.
"Quisimos salirnos del modelo autoritarista y
hemos caído en un permisivismo aún más dañino. Los papás hoy tenemos miedo a
nuestros hijos; tememos perder su amor si les decimos que no a ciertas cosas.
Los hijos se han convertido en los pequeños reyes de la casa, y nosotros, en
sus esclavos", agrega Seitún, autora del libro Criar hijos
confiados, motivados y seguros , que acaba de publicar Grijalbo.
Seitún es una optimista por naturaleza. Propone,
con ejemplos prácticos, un modelo educativo intermedio en el cual los padres
habiliten a sus hijos a expresar sus sentimientos y deseos, al mismo tiempo que
encaucen lo que dicen y hacen. O sea, máxima aceptación de lo que se siente y
desea, pero firmeza adecuada.
ETAPA
CAPITAL
Si bien insiste en que los primeros cinco años de
vida son cruciales para instaurar hábitos sanos, o para brindar esa mirada
amorosa e incondicional que todo hijo precisa para crecer con una buena estima
de sí mismo, insiste en que siempre hay tiempo para cambiar y ser mejor padre.
"Los chicos nos dan millones de
oportunidades", dice.
Es posible, entonces, volver a empezar y
convertirse activamente sen un padre tierno y firme a la vez, capaz de mirar y
amar al hijo incondicionalmente, más allá de sus actos.
Para no dañar su autoestima, según explica, debemos
criticar su conducta, pero no su persona. Decirle: "«Quiero que dejes tu
cuarto ordenado», y no, por ejemplo, «Sos siempre el mismo desordenado»".
HOGAR,
ESCUELA, SOCIEDAD
Ella concibe la educación como las capas de una
cebolla o como las cajitas de las muñecas rusas. El hogar es el primer lugar
que debe contener al chico y ayudarlo a crecer con límites sanos. Si éste no lo
hace, el niño tenderá a portarse mal en el colegio y buscará los límites allí.
Si la escuela no lo frena, saldrá a la calle a hacer lío con el fin de que la
policía lo pare.
"Muchas veces, el menor que delinque una vez
que llega a la cárcel siente alivio, ya que por fin alguien lo ataja y lo cuida
de sí mismo", comenta.
-¿Por qué fallamos a la hora de poner límites?
-Primero, porque no somos modelos válidos. Todo
vale a la hora de violar reglas. Conducimos por la banquina, pasamos la luz
roja, no respetamos el lugar en la fila. Y además, desde nuestros hogares, las
escuelas y la sociedad no estamos estableciendo un sistema claro de pautas por
cumplir [que conlleven consecuencias cumplibles], y mucho menos estamos
ayudando a los menores a desarrollar la capacidad de esfuerzo, de espera y
frustración que tanto necesitan para convertirse en personas maduras.
-¿Qué consecuencias tiene el satisfacer sus deseos
de forma inmediata?
-Al hacerlo estamos criando chicos sin vuelo ni
aspiraciones. La satisfacción inmediata nos impide levantar vuelo y encauzar la
energía hacia objetivos más elevados. La falta de frustraciones saludables
explica, en parte, por qué muchos adolescentes de hoy pocas veces tienen sueños
imposibles o ideales comunitarios que vayan más allá de un iPod, una PlayStation
o un celular. Los neurólogos hoy están llenos de consultas de chicos que no
pueden esperar, que no se pueden frustrar. Antes, esto lo aprendíamos de la
mano de nuestros padres. Tocaba esperar dos años hasta heredar la bici del
hermano. Hoy se la compran ya. Por todo esto, pienso que los mayores tenemos
una tarea muy activa en estos temas porque los estímulos externos son muy
fuertes y atractivos, y distraen del esfuerzo que implica esperar y postergar.
-Esta cultura de la inmediatez, del todo ya, del
descarte, produce chicos ansiosos, que quieren comprar de todo, hacer programas
a cada rato. ¿Cómo manejar esta ansiedad?
-Se la maneja erigiéndonos en modelos y acompañando
en el dolor. Los chicos no están acostumbrados a sufrir. Si, por ejemplo, el
amiguito de la esquina no quiso jugar con mi chiquito de cuatro años, es mejor
acompañar su sentimiento con frases como: "¡Qué bronca tenés! Te morías de
ganas de jugar con fulanito y ¡qué pena que no quiso!". Es preferible eso
a tener que decirle: "Bueno, no importa. Vamos a tomar un helado",
para tapar su desilusión. Hay que trabajar su dolor para que el día que el
compañero de banco del colegio lo rechace, él tenga recursos para soportarlo.
Si no aprenden a sufrir de pequeños, nunca se animarán a alejarse de nosotros,
porque al lado de papá no se sufre, o se convertirán más tarde en esos
grandulones de 35 años que no quieren dejar la casa materna. Además, no tendrán
herramientas para afrontar los dolores que la vida indefectiblemente les
presentará.
El desafío y el esfuerzo por educar cada día con
amor y paciencia es enorme y cansador, por momentos. Pero para Seitún, los
intentos que se hagan por hacerlo suficientemente bien, con inteligencia,
firmeza, buen ánimo y espíritu redundarán en el clima hogareño y el vínculo con
los hijos.
DIXIT
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"Quisimos salir del modelo autoritarista y
hemos caído en un permisivismo aún más dañino"
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"Al consentirlos, criamos chicos sin vuelo ni
aspiraciones. Las frustraciones son saludables"
MARITCHU SEITÚN
QUINCE
MINUTOS EXCLUSIVOS PARA LOS HIJOS
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Seitún es práctica a la hora de dar consejos de
crianza. Explica, por ejemplo, que no es necesario estar largos ratos dedicados
a los hijos. "Con 15 minutos exclusivos por día y por hijo es
suficiente." Eso sí: estando totalmente disponibles para escucharlos y
mirarlos. Este tiempo diario es para ella "una vitamina que cura" y
que, con los años, produce vínculos cercanos y amorosos en la familia.
"Cuando nuestro hijo nota que, cuando estamos dedicados a ellos, aunque
suene el teléfono o el celular nosotros no nos levantamos a atenderlo, se
siente valioso y muy querido. Eso vale oro", concluye.
Agustina Lanusse Para LA NACION
Felicito a los nenes y nenas de la sala de 3 y a sus maestros (Valeria, Laura y Manuel) por todas las lindas actividades realizadas.
ResponderEliminarMIRIAM